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La reforma del impuesto al patrimonio (ISF) se implementó de acuerdo con el programa presidencial de Emmanuel Macron, reemplazando así el ISF por el impuesto al patrimonio inmobiliario (IFI). En este nuevo sistema, los ahorros, las inversiones financieras y otros activos como yates, coches de lujo u obras de arte ya no están incluidos en la base imponible. Sólo se tiene en cuenta el valor del inmueble. El objetivo principal de esta reforma es atraer accionistas extranjeros y animarlos a invertir en empresas francesas. La escala del IFI sigue la del ISF, con un umbral de 1,3 millones de euros y tramos impositivos que van del 0% al 1,5%.

La reforma del impuesto sobre el patrimonio de Emmanuel Macron tiene como objetivo fomentar la inversión en empresas francesas. La ley de finanzas para 2018 mantuvo la reducción del 30% para la vivienda habitual, así como el tope que limita el importe del impuesto al 75% de la renta. Además, sigue vigente la disposición que autoriza deducciones por donaciones, hasta un máximo de reducción de 50.000 euros. Esta disposición permite a los contribuyentes deducir el 75% del monto de la donación de su obligación ISF.

Sin embargo, se eliminaría la reducción concedida anteriormente para las inversiones en pequeñas y medianas empresas (PYME). Esta eliminación forma parte del objetivo del gobierno de fomentar la inversión en empresas francesas. El objetivo anunciado por Macron era reforzar la inversión en estas empresas. Como resultado, es posible que los contribuyentes que eran elegibles para el ISF ya no tengan un incentivo para invertir en estas pequeñas empresas. Esta situación podría suponer una pérdida importante, especialmente para las startups. Esperamos que el gobierno o la asamblea nacional reconozcan esta consecuencia dañina y adopten rápidamente una enmienda para remediarla.

Además, el nuevo impuesto sobre el patrimonio inmobiliario corre el riesgo de obstaculizar la fluidez del mercado inmobiliario. Por ejemplo, una persona que haya sido propietaria de una propiedad en París desde la década de 1950 podría considerar comprar bienes inmuebles adicionales para alquilarlos, generando ingresos mensuales. Esto habría sido una contribución positiva al mercado de alquiler. Sin embargo, bajo el régimen fiscal exclusivamente inmobiliario, ahora se anima a estas personas a invertir en valores alternativos, como acciones, en el mercado de valores, en lugar de en el mercado inmobiliario francés.

En resumen, se puso en marcha la reforma del ISF de Emmanuel Macron, reemplazando el ISF por el impuesto al patrimonio inmobiliario, excluyendo así los activos no inmobiliarios de la base imponible. El principal objetivo es animar a los accionistas extranjeros a invertir en empresas francesas. Aunque algunas disposiciones, como las reducciones por residencia principal y las deducciones por donaciones, permanecen intactas, eliminar la reducción de la inversión en PYME podría tener efectos negativos en las pequeñas empresas. Además, el impuesto sobre bienes inmuebles puede obstaculizar la fluidez del mercado inmobiliario al desalentar las inversiones inmobiliarias y desviar fondos hacia otros valores.

 

Bufete de abogados DAMY .